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Virgen de la Luz



Amarrado a la columna. 0,72 x 0´71
Tiene Morales varias versiones de Jesús atado a la columna, pero esta nuestra es probablemente la mejor. Cristo ostenta al más bello desnudo que hiciera el pintor. Son de destacar en el cuadro el dolor sereno del Señor y el rostro del verdugo, de raíz italiana, que expresa energía, violencia y odio. Alza Jesús los ojos en patética expresión y separa su cuerpo de la columna y así facilita el juego de luces que ayudará a dar volumetría a la figura y a recortar su silueta en la sombra. Los dedos de ambas manos caen inertes por la presión de la soga. El escorzo del rostro y el desplazamiento de la oreja hacia atrás otorga al Cristo un esquema triangular. El juego de luces y la que se inventa Morales nos lleva a creer que se puede introducir la mano entre los brazos del Señor. Un profesor de arte zaragozano ha querido ver en el sayón de este cuadro un autorretrato de Morales. En grandes retablos es frecuente, dice, que el pintor se autorretrate en uno de los personajes que interpreta: suele ser una cara que mira en todas las direcciones desde las que se contempla, y esto pasa, como sucede en este caso, con el verdugo que está al lado de Jesús. Si esto es así, denota especialmente la humildad del artista Morales al retratarse en uno de los malos de la historia de la pasión.

Cristo atado a la columna