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Virgen de la Luz
   El Pozo de las Matanzas
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      Más adelante, en el siglo VIII, vinieron los árabes, los moros que decimos. Y éstos quizás tolerarían el culto a la Virgen en la Ermita. Pasaron muchos años. Cinco siglos. Llegaron los cristianos con fuerza, reconquistando las tierras y los pueblos para la fe de Cristo. Cuando se dio la batalla del Pozo de las Matanzas, tal vez los cristianos de Arroyo invocaron la ayuda de la Señora venerada en la cercana Ermita. La finca se llamaba La Luzena y a la Virgen le decían Nuestra Señora de la Luzena. Más adelante aún, en el siglo XVI, los de Arroyo por hacer más corto el nombre y en recuerdo de lo del Pozo de las Matanzas, le pusieron el de la Luz.

      ¡Así nació esta gran devoción y este nombre bendito de la Luz¡
      ¡La Virgen de la Luz es: LA MADRE DE ARROYO DE LA LUZ!

      Y los cristianos bajaban lentamente de Norte a Sur haciendo su Reconquista. Arroyo seguía en poder de los moros cuando todo el Norte de España era ya cristiano. Los grandes ríos peninsulares como el Duero y el Tajo eran muros de contención para los cristianos.    Pero llega el siglo XIII y con él el empuje batallador de Castilla y León contra los árabes.

      Surge ahora nuestra leyenda de la aparición de la Virgen de la Luz. Las leyendas se definen como sucesos maravillosos. No siempre son invenciones de los hombres, sino, con frecuencia, hechos históricos transmitidos por la tradición y embellecidos con la hermosura y poesía de la leyenda. Algo de esto pudo tener lo que sabemos y vamos a decir de nuestra Virgen de la Luz. Su aparición sobre una encina dando luz y auxilio a los cristianos, pues agrada siempre oír o leer lo bello y extraordinario de Madre tan querida.

Pozo de las Matanzas
Pozo de las Matanzas

Tradición y leyenda con unas fechas concretas, unos personajes históricos, una toponimia de lugar y una lógica advocación dimanante del prodigio. Y así es la leyenda, la tradición, el hecho histórico o el milagro. Es en un atardecer de primavera, en la dehesa de la Luz, cerca del Pozo que decimos de las Matanzas. Los cristianos y los moros están empeñados en feroz combate. Las fuerzas están equiparadas. La victoria no se inclina a favor de ningún bando. Oscurece. Se sigue luchando en al penumbra. Ya no se ve. De pronto, en medio de la lucha, una Señora, llena de luz, aparece sobre una encina. Grandes resplandores emanan de su figura. Esta luz, como un sol, ilumina a los cristianos y ciega a los musulmanes. Aquellos, al amparo de la luz de la Señora consiguen una gran victoria. La Señora era la Virgen de la Luz. Los cristianos le levantaron una Ermita. Hasta aquí la leyenda. Los hechos históricos son estos: Era en los primeros días del mes de abril del año 1229.
      El Rey que mandaba a los cristianos era Alfonso IX de León que conquista Arroyo y, a los pocos días, Cáceres el 23 de abril, día de San Jorge, del mismo año 1229. Este Rey de León, casado con Dª Berenguela1 de Castilla, es el padre de Fernando III el Santo. Los moros eran los almohades. Los moros habían sido derrotados pocos años antes en la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212 por los reyes de Castilla, Aragón y Navarra. El lugar de la batalla, el arroyo y el pozo de las Matanzas que todos conocemos. Se llama de las Matanzas por las muchas bajas de los moros que murieron en el encuentro. Esto es toponimia, los nombres geográficos que, con frecuencia, confirman la veracidad histórica de muchas tradiciones. A la Señora que se apareció en la encina, le levantaron una ermita.

      Si es un hecho histórico, más o menos avalado por la toponimia, el lugar y los personajes, contentos los arroyanos por encontrar bases sustentadoras del prodigio. Los creyentes a esto lo llamamos milagro.

      Si es una pura leyenda, es tan bonita y cuadra tan bien a la advocación de la Luz, que merece ser verdad. Y en el escudo de Arroyo está la Luz que hizo día a la noche de 1229 junto al Pozo de las Matanzas.