La Virgen de la Luz no venía al pueblo en fecha establecida, como acontece actualmente todos los años. No se le hacía el Novenario solemne de ahora en la Parroquia, que se instituyó, junto con la Romería, en el año 1929, siendo mayordomo Don Lorenzo Martínez Marín. La Fiesta principal y única, también la Romería, era el Día de La Luz. Pero, la fiesta de este día había derivado hacia las carreras de caballos por la Corredera. Se celebraba con rapidez la ceremonia religiosa de la Ermita, cumpliendo a prisa con la Virgen, y el Día de la Luz, más que el Día de la Virgen, venía a ser el día de los caballos.
Arroyo pensó que su Patrona merecía una atención mayor y unos cultos más solemnes, y así surgió el ofrecerle un Novenario y una expansión campera de romería en el marco de la belleza incomparable que rodea la Ermita. Como decimos, cuando eran Mayordomos Don Lorenzo y Dª Magdalena se estrenó la primera romería. Venía la Virgen el viernes de Pascua y se marchaba el domingo de la Romería por la mañana. El recibimiento a la venida, y a la vuelta la despedida oficial era en el Puente de San Marcos. Venía la imagen a hombros por el camino y las Autoridades de Arroyo tenían el privilegio de llevar las andas al entrar y salir de la iglesia y en el Santuario. El pueblo entero, como es normal y corriente en la localidad, participaba en el recibimiento y despedida aclamando a su Madre y Señora.Virgen de la Luz
Ahora traemos a la Virgen de otra manera. También se hace con asistencia multitudinaria y con la belleza y colorido de las mujeres arroyanas que, con el traje de antaño y ramos de flores, acogen a la Arroyana Mayor. En la Plaza de San Sebastián se hace el recibimiento oficial y el Alcalde saluda a la Patrona desde el balcón del Ayuntamiento, ofreciéndole el homenaje del pueblo entero de Arroyo que es su pueblo. La Corredera es un hervidero de gente, de luz, de aclamaciones, de aplausos, mientras la Virgen, lentamente, en hombros de sus devotos, camina en la procesión hacia la Iglesia de la Asunción, la iglesia madre de Arroyo.
Diez días está en la parroquia la Virgen y Arroyo es como un río que discurre constantemente visitando a la Señora. Luego se celebra el Novenario solemne al que antes iban los hombres y escuchaban la Palabra de Dios. Ahora la juventud y los hombres asisten menos a estos cultos extraordinarios. Son cosas de nuestros tiempos en los que algunas cosas han cambiado para bien y otras para mal.
Estas son las venidas grandes y solemnes por el Novenario grande en la Parroquia de la Asunción.
Pero la Virgen se trasladaba al pueblo con mucha frecuencia. Solía venir por dos motivos principales: Solía venir porque había penas y dolores; porque había guerras, porque había pestes y plagas, porque había hambres, porque no llovía, porque se lloraba en Arroyo. Y como el paño de lágrimas arroyano es la Virgen de la Luz, venía al pueblo la Madre siempre que sus hijos lloraban. Ella sabe, mejor que nadie, cuántas lágrimas han corrido en Arroyo y de cuántas penas ha sido bálsamo y consuelo.
En segundo lugar, acudía también la Virgen cuando en Arroyo había gozo y alegría, que las madres no están sólo para llorar con los hijos, sino para disfrutar con ellos. Se traía a la Señora si el año era bueno para darle gracias "por los buenos temporales". Este es un rasgo que define la grandeza de nuestros antepasados. Ahora no solemos copiarlo. Pedimos mucho y pocas veces damos las debidas gracias.
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